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El espacio Schengen, un área que promueve la libre circulación de personas entre 27 países europeos, se encuentra enfrentando una de sus mayores pruebas, la crisis migratoria. El acuerdo de Schengen se encuentra en peligro debido al creciente flujo de migrantes que buscan refugio y mejores oportunidades en suelo europeo.
La crisis migratoria no es un fenómeno nuevo en Europa, pero la magnitud y la complejidad de la situación actual están generando tensiones sin precedentes entre los países miembros del espacio Schengen. Varias son las causas que han contribuido a la crisis migratoria. Los conflictos en el Medio Oriente, como la guerra de Siria, han obligado a millones de personas a abandonar sus hogares en busca de seguridad y estabilidad. Además, la inestabilidad política y económica en África y Asia han llevado a un éxodo masivo de personas que buscan una vida mejor en Europa.
Por otro lado, la falta de oportunidades económicas en algunos países y la existencia de una presión sobre el sistema de asilo en Europa empeora las circunstancias. La ausencia de una política migratoria acorde ha provocado una distribución inequitativa de la carga entre los países miembros. Grecia e Italia, que se encuentran en las fronteras exteriores de la Unión Europea, han sido sometidas a una presión desproporcionada al manejar la llegada masiva de migrantes. Esto ha provocado tensiones internas y una mayor antipatía hacia los inmigrantes en varios países miembros.
Prueba de ello fue la situación vivida en 2011 en Italia, respecto de la llegada masiva de 20 000 tunecinos que huían tras el derrocamiento de Ben Alí. Italia pidió ayuda a los demás países miembros para colaborar en su recepción, pero estos presentaron su negativa a colaborar, principalmente Francia, alegando que Italia tenía los recursos suficientes para recibir a ese volumen de migrantes en comparación con su población de 60 millones de habitantes. La respuesta de Italia fue sencilla, otorgarles
permisos de residencia temporal por razones humanitarias a los inmigrantes tunecinos, y, de este modo, que tuviesen libertad para poderse desplazar a otros países, siendo su destino ideal Francia, donde la mayoría de los demandantes de asilo tendrían conexiones familiares para establecerse.
Lo que esta situación puso de relieve fue que la crisis migratoria es una prueba de fuego para Europa, y que era, y sigue siendo, necesaria una estrategia unificada. La situación actual pone en jaque dos posturas, la de aquellos que deciden adoptar políticas más restrictivas, fortaleciendo sus fronteras y limitando la entrada de migrantes, como es el caso de Austria e Italia, y la de otros que abogan por un enfoque más humanitario al proponer soluciones a largo plazo.
La crisis migratoria en el Espacio Schengen no puede abordarse únicamente a nivel regional, sino que se requiere de una verdadera cooperación, entre los propios miembros y respecto de terceros países, especialmente de aquellos emisores de estos flujos migratorios. Así mismo, la colaboración con organismos internacionales como la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), son cruciales para garantizar una respuesta integral y coordinada. La Unión Europea, más allá de los miembros del Espacio Schengen, debe trabajar para abordar las causas subyacentes de la migración, para volver a darle el valor que se les atribuye a palabras como solidaridad y cooperación en sus textos fundacionales, y al mismo tiempo, para fortalecer la cooperación en materia de seguridad y defensa.
La crisis migratoria en el Espacio Schengen representa un desafío complejo que requerirá de soluciones colectivas. Si continuamos sin una respuesta unificada, pondremos en peligro los principios fundamentales de la libre circulación y solidaridad europea, y el propio valor de la unidad y la cooperación. Habrán de recordar aquellos que toman las grandes decisiones en estos ámbitos, que la firma de un pacto no es la meta, si no el medio para alcanzar los objetivos fijados, y que, sin acción, y solo con palabras, ni se solucionará la cuestión migratoria, ni habrá seguridad para los propios territorios.